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do al enunciado de Box, tendría más sentido que en lugar
de probar normalidad perfecta, se contraste una hipóte-
sis que pruebe la existencia de una normalidad aproxi-
mada, es decir una normalidad que acepte desviaciones
tan pequeñas que se puedan considerar despreciables o
irrelevantes. Aunque es nuevo y no tan común, este en-
foque para contrastar hipótesis, distinto al enfoque tradi-
cional, estudiado en la mayoría de la literatura estadísti-
ca existe y se denomina “pruebas de equivalencia” (23).
Entendemos por equivalencia a una forma dilatada de
una relación de identidad, la cual se induce al añadir en
la hipótesis tradicional una zona de irrelevancia alrede-
dor del correspondiente punto en el espacio paramétrico
que denota perfecta normalidad, este enfoque conduce a
diseñar un estudio que pretende demostrar ausencia de
una diferencia relevante entre los efectos de dos distri-
buciones comparadas (una de ellas podría ser la normal),
es decir equivalencia. En este sentido, resulta interesante
la realización de investigaciones futuras sobre estimación
de la potencia pero incorporando el criterio de equiva-
lencia, de hecho existen ciertos estudios donde ya se de-
muestra la superioridad de este enfoque sobre el tradi-
cional (24). Podría ser, que este criterio de equivalencia
sea más potente, pero eso no lo sabremos hasta que se
realicen las mediciones respectivas.
V. CONCLUSIONES
A diferencia de otras investigaciones, donde para asegu-
rar la no existencia de normalidad teórica, se usa distri-
buciones no normales conocidas, en el presente trabajo
se usó el sistema de Fleishman, el cual nos permitió crear
muestras no normales con un grado medible del aleja-
miento o contaminación. Este nuevo aporte para estudiar
la potencia de las pruebas de normalidad, permitió tener
la seguridad de que las muestras provienen de una dis-
tribución desconocida, independientemente del tamaño
muestral, lo cual podría inuir en una normalidad asin-
tótica. Además, de esta forma se pudo obtener grados de
contaminación a partir de los cuales se presenta una po-
tencia relativamente alta, lo cual permitió detectar grados
de alejamientos que se pueden considerar irrelevantes.
Luego de comparar la potencia de siete pruebas de hipó-
tesis para contrastar normalidad, hallamos que Shapiro
– Wilk es el test más potente. Por tanto, esta prueba maxi-
miza la probabilidad de cometer un acierto en el sentido
de rechazar la hipótesis de normalidad perfecta dado que
teóricamente esta es falsa. Sin embargo, la potencia de
esta prueba es óptima siempre y cuando el tamaño mues-
tral sea mayor que 30 (n≥30) y para contaminaciones de
Flores, Muñoz, Sánchez
dencia a favor del uso del test de Shapi-
ro Wilk, el cual parece tener una mayor
potencia respecto a los otros test anali-
zados. Sin embargo, es muy importante
hacer notar que, aunque este test es re-
lativamente alto en todos los tamaños
muestrales, en realidad en el intervalo
[0, 1] donde toma valores, nunca supera
un valor que podría ser aceptable (míni-
mo de 0.8) para muestras pequeñas. A
partir de una contaminación alta, solo
se observa una potencia elevada para el
tamaño muestral n≥30. Esto parece ser
razonable y coherente ya que solo esta-
mos confirmando algo que en estadísti-
ca suele ser muy común “todas las co-
sas mejoran cuando aumenta el tamaño
muestral”.
Llama la atención, lo poco (o casi nada)
potentes que resultan ser todas las prue-
bas analizadas cuando existe una con-
taminación leve o moderada, en este
sentido podemos concluir que los test
de normalidad solo pueden ser buenos
cuando el alejamiento de la distribu-
ción teórica es fuerte, mientras que, para
muestras con alejamientos débiles, estas
pruebas tradicionales están lejos de ser
efectivas. A nuestro criterio, lo que po-
dría estar ocurriendo es que las muestras
generadas con alejamiento leve y mode-
rado, presentan un grado de contami-
nación tan pequeño que podría consi-
derarse despreciable o irrelevante como
para ser consideradas no normales.
Si analizamos un poco más a fondo, la
hipótesis nula de los test en estudio su-
giere que los datos siguen una normali-
dad perfecta, al respecto George Box en
1979 dijo “En la vida real no existe una
distribución perfectamente normal, sin
embargo, con modelos que se sabe que
son falsos, a menudo se puede derivar
resultados que coinciden, con una apro-
ximación útil a los que se encuentran en
el mundo real” (22). Entonces, según
este enunciado, no tiene sentido realizar
test de hipótesis que prueben una per-
fecta normalidad (ya sabemos que esto
no existe). A nuestro criterio y de acuer-